Cómo funciona el judaísmo talmúdico
Los primeros estudios
Muchos de nosotros hemos comenzado nuestro camino de retorno
al judaísmo a partir de la lectura de la Torá, de las Sagradas Escrituras.
Hemos leído que debemos descansar en Shabat y no en domingo; hemos leído que
está prohibido consumir unos animales, aves o peces, determinados; hemos aprendido
sobre unas fiestas que desconocíamos por completo, como la de las Cabañas - la Fiesta de
Sucot, o el Yom Kipur - el Día del Perdón, etc. Y nos asustamos mucho, o nos
extrañamos sobremanera y nos sentimos alejados y desconectados, al leer temas
como el de la impureza corporal, en el Libro del Levítico, por las que la silla
en que nos sentamos queda impura, o el instrumento que tenemos en mano se
impurifica. Nos hemos maravillado de la sabiduría encerrada en los textos
bíblicos, la ética de los profetas, etc.
Teníamos un texto claro, a veces raro y difícil de cumplir,
pero podíamos leerlo y saber de qué trataba.
Las explicaciones rabínicas
Cada uno de nosotros
habrá experimentado una extraña sensación la primera vez, y la segunda y la tercera,
que abrimos un libro que habla de las explicaciones rabínicas de los textos
bíblicos. Y quien dice un libro se refiere actualmente también a un enlace de
internet, o una charla en directo o reproducida por cualquier medio
informático.
Resulta que los rabinos tienen la manía de ‘retorcer’ el
texto bíblico para sacarle un significado incomprensible. Cuando el texto dice
que “pondrás estas palabras en tu frente, entre tus ojos” (Deut. 6:8), que se
refiere claramente a la obligación de tener en mente continuamente el mensaje
espiritual antedicho de que hay que “amar al Creador con todo el corazón, con
toda el alma y con todas las fuerzas” (id.id.:5), los rabinos se empeñan en
captarlo al pie de la letra y construir unas cajitas negras con unos pergaminos
en los que está escrito el texto antedicho y atarlas a la cabeza. Pero ni
siquiera esto lo hacen bien, ya que la Torá dice “entre los ojos” y los rabinos
dicen que hay que ponerlas por encima de la frente, en el lugar en que crecen
los cabellos.
El pérfido Talmud
¿De dónde se sacan los rabinos todas estas cosas raras? La
respuesta no debe sorprendernos: lo sacan todo del Talmud.
No es raro que la
Iglesia, tanto la católica como la protestante y la proboslava, estuviera tan
en contra del Talmud, llamándolo ‘obra del demonio’, ya que, como ellos dicen,
se dedica a distorsionar el verdadero sentido del texto. Y los rabinos y resto
de judíos que siguen las instrucciones del Talmud se convierten, lógicamente,
en seres ‘pérfidos’ y ‘satánicos’. Los primeros textos cristianos los llaman
también “farisaicos”, refiriéndose a que los rabinos talmúdicos pertenecían a
una corriente llamada así.
Por cierto que los musulmanes también dicen que los judíos tergiversaron
el texto original y por eso no pueden fiarse de ellos, porque son mentirosos.
Cuidado, que dicen lo mismo de los cristianos. Los llaman a ambos, judíos y
cristianos, los “Pueblos del Libro” أهل الكتاب, o sea que recibieron el Libro, el Qur’an,
por supuesto, y lo traicionaron y deformaron.
De todos modos, nos quedamos en que la fuente de los rabinos, el Talmud,
se dedica a tergiversar el verdadero sentido espiritual de los Textos Sagrados
para convertirlos en prácticas rituales semimágicas.
Nos dan la clara sensación de querer engañar al Creador,
dándole coba con unos ritos extraños, simbólicos, olvidándose por completo del
meollo espiritual que encierran y que es el verdadero significado del texto.
El sentido espiritual
Lo peor del caso es que la Iglesia que quemaba los pérfidos
Talmudes, en París, hace 770; en Tolosa hace 700 años o en Italia, hace 460
años; tenía muy buenas razones, ya que los mismos profetas que los judíos
debían venerar, hablaban de esta tendencia judía de arrinconarse en el rito,
perdiendo el sentido espiritual.
El primero es el profeta Samuel, en el capítulo I,15:22-23,
en el que reprende al Rey Saul por no haber cumplido la orden divina.
Pero también los ‘grandes profetas’ como Isaías, Jeremías,
Hoseas y Amos reprenden al Pueblo de Israel por el mismo motivo.
Hecha la Ley, hecha la trampa
Podría citar este proverbio español que dice “hecha la ley,
hecha la trampa” para calificar el trabajo talmúdico con respeto a las leyes de
la Torá. O sea, que los rabinos talmúdicos usan trucos para cambiar el sentido
de la Escritura, enfocándola de un modo especial.
Los “trucos” halájicos
Un ejemplo de los trucos señalados en el Talmud se refiere a
los diezmos que debían separarse de la producción agrícola y ser entregados a
los levitas, a los huérfanos, viudas y pobres. El Talmud dice que si se
introduce el producto a la casa, o al almacén, por el tejado o por la ventana
trasera, ya no hay obligación de sacarles el diezmo. La explicación es
sencilla: la Torá dice, al referirse a la obligación de dar los diezmos, que tan
solo de la cosecha que ha visto la fachada de la casa debe darse el diezmo.
El truco del tratado de Baba Metsia (88a) es perfectamente
legal: si metes la cosecha al almacén por la chimenea, no estás obligado a
diezmarlo. Y Maimónides trae esta ley en las halajot de Maasrot (diezmos) cap.
3 art. 6.
Pero ¡cuidado!, el mismo Talmud, en otro tratado, el de
Brajot (35b) usa este mismo ejemplo para explicar la gran diferencia que había
entre las primeras generaciones y las últimas. En pocas palabras, viene a decir
que las primeras generaciones no buscaban excusas, sino que cumplían la obligación
sin rechistar.
Las primeras generaciones no buscaban excusas...
Dice Raba barbar Jana en nombre de Rabí Yojanán que cita a
rabí Yehudá bar Ilay, ven y verás que las últimas generaciones no son como las
anteriores. Anteriormente se hacía del estudio de la Torá el núcleo, y el
trabajo era secundario y casual, y tenían éxito en ambos, mientras que las
últimas generaciones hacen del trabajo el núcleo, mientras que el estudio es
secundario y provisional, y por eso no triunfan en ninguno de los dos. Las primeras
generaciones metían la cosecha al almacén por la puerta principal para poder
dar el diezmo, mientras que las últimas generaciones la meten por la chimenea
para eximirla de la obligación del diezmo.
Tengo otro ejemplo: una persona que come pan, está obligado
a recitar la bendición de acción de gracias después de la comida, la Bircat
haMazón ברכת המזון. La cuestión es el orden de las cosas: ¿recitas la bendición porque has
comido, o comes para poder recitar la bendición?
El corazón: Los antiguos que rezaban y llovía
El Talmud,
el pérfido Talmud, trae otra anécdota, en el tratado de Sanhedrín 106b: “en
tiempos de Rabí Yehudá estudiaban solo el séder de Nziquín נזיקין, que es uno de los
seis órdenes de la mishná, y nosotros estudiamos muchas halajás del tratado de
Ucsín עוקצין. O sea, que cuando Rav Yehudá llegaba al texto que habla de una mujer que
metía verduras en conserva, o que metía aceitunas con sus respectivas hojas y
dice que no reciben impureza, se extrañaba diciendo que eran leyes muy
complicadas y sutiles, y nosotros tenemos trece capítulos sobre el tema. En
cambio, solo al quitarse Rav Yehudá la sandalia (para empezar el ayuno en que
quería pedir por la lluvia) ya empezaba a llover, mientras que nosotros
gritamos y nadie nos hace caso. Y la razón de todo esto es que lo que le
interesa al Creador es la buena intención, como le dijo al profeta Samuel: “el
hombre ve con sus ojos, pero HaShem (D-ios) mira el corazón” (1Samuel 16:7)
Torá Escrita y Torá Oral
La cuestión sigue siendo ¿de dónde sacaron los rabinos, los
fariseos, el valor de modificar el texto de la Torá a su antojo?
La respuesta es sencilla y al mismo tiempo complicadísima:
junto con la Torá Escrita el Ceador nos entregó una Torá Oral. Mientras Moshé
estaba en el Monte Sinai y recibía el texto escrito, recibía igualmente una
explicación oral, que debía ser trasmitida, también oralmente, a sus alumnos.
La explicación oral implica que hay adaptaciones según las
circunstancias y el tiempo en que se dan. Por supuesto hay que guardar el
original, el sentido abstracto original, adaptado al momento actual.
Para ello necesitamos que los rabinos se dediquen a estudiar
los textos bíblicos, la Torá y los Profetas, para llegar por medio de
analogías, al significado abstracto del texto. Pero no solo para quedarnos
únicamente con el significado esotérico y espiritual del texto, como pretende
el cristianismo, sino también para poder aplicarlo a la vida actual.
Todos estos estudios analíticos fueron compilados en una
obra enciclopédica llamada Talmud. En sus 37 Tratados se analizaban los 613
Mandamientos de la Torá, según sus horarios o condiciones y excepciones. Los
rabinos argumentaban según un código especial de 13 normas de debate recibido por
tradición ancestral, registrado en los libros, y todo esto solo después de haberse preparado espiritualmente según las 48 condiciones que impone la mishná en el Tratado de Pirqué Avot.
Para los judíos no es nada extraño. No es novedad. Hay Torá
Oral y Torá Escrita: Torá shebiJtav תורה שבכתב y Torá shebeal Pe תורה שבעל-פה. Pero para los que nos
criamos en la cultura cristiana, esto es completamente desconocido.
El ladrón
En la parashá de Lej Lejá hay un párrafo que habla del pacto
entre Avraham y el Creador, en el capítulo 16 del Génesis y allí, entre otras
cosas, habla del sacrificio de tres terneras, tres carneros, y tres cabras,
junto con una paloma y un pichón. En hebreo ‘pichón’ se dice ‘gozal’ גוזל, y esta
palabra se parece mucho a la de ‘gozel’ גוזל que significa ‘ladrón’. Los sabios
hacen referencia a esto diciendo que cada uno de los sacrificios representa una
nación, y el ‘gozal’ es el que representa a Roma, y le llaman ‘gozal’ porque
nos robó lo más querido que teníamos, que es la Torá. Se refieren a lo que
dicen los cristianos que la Torá, la Bilblia, es suya.
Pero no le hicieron caso a la Torá Oral, por encontrarla ridícula o satánica, y precisamente con
ella nosotros demostramos a quien pertenece verdaderamente la Torá.
Por ejemplo, la Torá
dice que hay que degollar los animales para poder consumirlos. Vale, pero no
dice cómo hay que degollarlos. Lo que sí dice es que hay que degollarlos ‘tal y
como te ordené’, pero no encontramos ningún lugar en la Torá que indique cómo
hacerlo. Entonces ¿a qué se refiere? Muy sencillo: ‘tal y como te ordené en la
Torá Oral’.
Cuando Moshé subió al Monte Sinai a recoger las Tablas de la
Ley, estuvo cuarenta días y cuarenta noches. ¿Para qué necesita estar allí
tanto tiempo? ¿Para hacer meditación? La respuesta es que allí el Creador le
estuvo enseñando todos y cada uno de los Mandamientos de la Torá, dándole las
definiciones, las condiciones, las excepciones, los horarios, de cada uno de
ellos. Esto es la Torá Oral.
Esta Torá Oral fue trasmitida de maestros a alumnos durante
mil trescientos ochenta años sin interrupción, desde el año 2448 (del calendario de la Creación del Hombre) en que fue
entregada la Torá, hasta el año 3828 en que fue destruido el Segundo Templo y
desapareció la Torá Oral.
Digo que desapareció no porque no la tengamos ahora en
nuestras manos, sino porque dejó de ser trasmitida oralmente cuando Rabí Yehudá
HaNasí escribió la Mishná y los rabinos que vinieron más tarde pusieron por
escrito también el Talmud.
Comentarios del Talmud
Desde entonces la Torá Oral ha sufrido grandes dolores, al
tener que ser explicada desde nuevos textos que la clavaban en unas
definiciones que obligan a los que vengan más tarde.
Los textos de la Mishná fueron comentados en el Talmud, los
textos talmúdicos fueron procesados por sus comentaristas: Rashi, Tosafot, Rif,
Ran, Rosh. Sus conclusiones fueron agrupadas en nuevos libros, como hizo
Maimónides, Ba’al HaTurim o Rabí Yosef Caro en el Shulján Aruj.
Cualquiera de estos
juristas judíos no puede imaginarse un Mundo sin el fabuloso Talmud, que abarca
todos los temas de nuestra vida judía, acompañados de anécdotas y de ejemplos,
y con una profundidad tal que permite seguir estudiándolo y sacando provecho
diario hasta en pleno siglo XXI.
Se instituyeron cursos de Talmud en todas las ciudades en
que viven los judíos y se puso en marcha un ciclo internacional de estudio de
una hoja del Talmud cada día (Daf Yomi הדף היומי) para poder terminar sus 2711 páginas en
siete años y medio, aproximadamente, celebrándolo con grandes fiestas llamadas “Siyum
haShas” סיום הש"ס que llenan estadios de futbol con estudiosos del Talmud.
Por cierto que este ciclo de estudio acabará, si D’ quiere,
dia 14 de Av del 5772 (2 de agost del 2012) y el dia siguiente comenzará el 13º
ciclo. ¡Estáis invitados a participar!