Bondad y limosna
Al final de los
Tiempos
Al
final de la Época Mesiánica habrá gran abundancia en el Mundo, como dice
Maimónides al final de su obra Yad HaJazacá (Hiljot Mlajim uMiljamotehem 12:5):
“en aquella época no habrá hambruna ni guerras, ni envidias ni competición, ya
que los bienes serán muy abundantes y todas las delicias copiosas como el polvo
de la tierra”. En aquellos tiempos se cumplirá la profecía de que “no habrán
pobres entre vosotros” (Deut. 15:4); no habrán pobres que necesiten limosnas y
a nadie le faltará nada.
Pero
esto despierta una gran pregunta: uno de los mandamientos más importantes es el
de la limosna. Es un mandamiento clave y básico en la Torá hasta el punto de
considerarse la Bondad (Gmilut Jasadim גמילות חסדים) uno de los Pilares sobre los que el Mundo
se asienta. ¿Cómo cumpliremos este mandamiento cuando no haya a quién dar
limosna ya que habrá abundancia de todo?
¿Por qué hay pobres?
La
pregunta se acentúa cuando buscamos el motivo de la existencia de diferencias
sociales entre pobres y ricos. El Midrash (Tanjuma, Mishpatim 9) dice
que “le dijo el rey David al Creador: ‘asienta Tu mundo con igualdad, los ricos
y los pobres’, o sea que le pedía que aboliera las diferencias económicas y
sociales e instalara un mundo de igualdad, y preguntaba por qué debe haber
pobres en él. Y el Creador le contesta: ‘entonces, ¿quién guardará la bondad y
la verdad? (Salmos 61:8). La existencia de ricos y pobres está destinada a
permitir que haya limosna y bondad. Y por lo tanto, y volviendo a nuestra
pregunta, ¿cómo se cumplirá en tiempos mesiánicos?
La
respuesta es que la puesta en práctica de la bondad no implica que deba haber
pobres. Los Sabios dicen que la Bondad (Gmilut Jasadim) es mayor que la
limosna, ya que, entre otras cosas, la limosna es solo para las pobres,
mientras que la Bondad es tanto para unos como para otros. Un rico también se
beneficia al recibir un préstamo para realizar una compra, y por tanto un judío
puede practicar también con él la virtud de la Bondad.
Por lo
tanto, podrá seguir cumpliéndose esta virtud también en tiempos mesiánicos.
Efectivamente no habrá pobres a quien dar limosna ya que habrá gran abundancia
de bienes y “no habrán pobres entre vosotros” pero aun se podrá practicar la
Bondad. Todos serán ricos y no les faltará nada, ya que cuando algo le falta a
alguien, por muy rico que sea, se le considera ‘pobre’ en este tema, y aun así
podrán ayudarse mutuamente para cumplir con el Pilar de la Bondad.
El grito del pobre
Entendido
esto se despierta de nuevo la pregunta del rey David: si la Bondad se puede
practicar con los ricos, ¿cuál es la necesidad de que haya pobres?
Podemos
encontrar dos respuestas:
La
primera es que la Bondad que no viene a llenar unas necesidades no puede
existir en nuestro Mundo antes de la venida del Mashíaj. Actualmente, cuando el
bien y el mal están mezclados entre si, los hombres no practicarían la Bondad
si no vieran a los necesitados que les piden limosna. Solo en tiempos
mesiánicos, cuando el mundo se eleve a un nivel más alto, seremos capaces de
practicar la Bondad aun sin necesidad.
La
segunda respuesta dice que la necesidad de la Bondad aun no implica la
existencia de los pobres. Así pues, ¿por qué debe haber pobres que justifiquen
el cumplimiento de la Bondad? Esta es la
‘oración del pobre’ (Salmo 142), el grito del pobre que se queja diciendo ‘¿por
qué me ha tocado ser pobre?’. Pero aquí se juntan los caminos y las intenciones
ocultas del Creador que deciden que tal persona sea rica y tal otra sea pobre.
Solo en el Futuro, cuando se acabe la purificación y la perfección del Mundo,
ya no habrá necesidad de que haya pobres y la virtud de la Bondad se cumplirá
por si misma y no para rellenar las necesidades de los pobres.
De
todos modos, en nuestras manos está mejorar el mundo de modo que desaparezcan
los necesitados y nosotros mismos podemos repartir mejor los bienes de que
disfrutamos y comprobar que mientras haya pobres se cumpla la obligación,
personal de cada uno y general de la sociedad, de llenar todas sus necesidades. Que el pobre tenga menos motivos para gritar...
(adaptado del “Lomdim Gueulá” del Rav Menajem Brod,
Sijat Hashavúa 1311)
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