La fiesta de Purim
introducción
La fiesta
es la conmemoración de un acontecimiento en la capital del imperio persa, cuando
el rey había decretado el exterminio del pueblo judío y gracias a unas intrigas
de la corte, se consiguió un permiso y los judíos pudieron defenderse y se
salvaron del exterminio.
Pero
debemos fijarnos en el acto que, según la Meguilá, fue el causante de este
decreto. En el capítulo tercero nos cuenta que el primer ministro recién nombrado
del gobierno, Hamán, recibió un permiso especial por el que se obligaba a todos
los que se cruzaran por su camino a postrarse ante él. Uno de los miembros del
Tribunal Supremo del imperio, llamado Mordejay (= Mardoqueo) al parecer se
negaba a postrarse ante él, y sabiendo el primer ministro que se trataba de un
judío, decidió pedir permiso para decretar el exterminio de todos los judíos
del imperio persa.
antisemitismo
Ante
todo, podemos apreciar que la reacción del primer ministro Hamán es completamente
antisemita. No se contenta con matar al que le ha ofendido, sino que proyecta
la transgresión a todo el pueblo. En realidad, nos está diciendo lo que ya
sabemos por experiencia, que todos los judíos somos mutuos responsables. Cada
judío es el representante de todo el Pueblo de Israel ante el resto de las
naciones. Esto también se da con otras nacionalidades, pero los judíos siempre
reciben una atención especial.
kidush haShem
El
comportamiento de un judío ante un público de gentiles puede causar la santificación
del Nombre del Creador (kidush haShem), cuando da buena impresión por su
comportamiento impecable, afable o empático, o al contrario, la profanación del
Nombre del Creador (jilul haShem) cuando da un mal ejemplo.
Los
antisemitas recalcan los estrechos lazos nacionales que nos unen, fijándose por
supuesto en los aspectos negativos del representante que adjudican, con o sin
razón, al resto del pueblo.
La
Meguilá nos aporta el punto de vista de Hamán cuando éste se presenta ante el
rey para pedir el permiso para decretar el exterminio del pueblo judío. Sus
razones son las siguientes (Ester 3:8-9):
8 Y dijo Hamán al rey Ajashverosh
(Asuero): Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las
provincias de tu reino, y sus costumbres son diferentes de las de todo otro pueblo,
y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos. 9
Si place al rey, escríbase que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos
de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los
tesoros del rey.
Pueblo esparcido y dividido
En
primer lugar: un pueblo esparcido y dividido. Podemos ver que ya en aquella
época, el pueblo de Israel estaba esparcido por doquier, no había ciudad en que
no hubiera un barrio judío. Pero también vemos que ya estaban divididos entre
ellos: no eran ashkenazitas y sefarditas, pero debían haber ya entonces grandes
diferencias entre unos y otros.
Yo creo
que estas diferencias son positivas, ya que demuestran que no somos un pueblo
monolítico en que todos los habitantes son clones de un patrón estereotípico.
En pueblo judío fomenta la libertad de expresión incluso cuando hay pautas
claras de comportamiento. Pero para los que nos contemplan, puede darles la
impresión de ser un pueblo completamente disgregado, peleados los unos con los
otros y no son capaces de apreciar los colores del arcoíris.
Un Pueblo raro
“Y sus costumbres son
diferentes”. Son un pueblo raro: tienen un aspecto diferente, se visten
diferente, hablan diferente, tienen unas fiestas raras, unas nociones
completamente diferentes de las que tienen los otros pueblos.
El “bicho raro” siempre tiene
problemas. Nosotros tenemos la obligación de respetar y amar a los extranjeros,
el extranjero tiene un estatus favorecido entre nosotros, apoyado por 36
órdenes expresas en la Torá que nos obligan a tratarlo a cuerpo de rey, tanto
si quiere incorporarse como ‘neófito’ a nuestro Pueblo y religión (guer
tsédec), como si solo quiere vivir entre nosotros (guer toshav).
Por supuesto que esta ha sido
siempre una de las grandes excusas de los antisemitas para justificar el odio a
los judíos: son unos bichos raros.
Muchos otros pueblos han
emigrado de un lugar a otro, mezclándose con los lugareños. Algunos no intentan
mezclarse y se mantienen aparte. El pueblo judío intenta siempre hacer ambas
cosas: integrarse en la sociedad en que vive, sin dejar de conservar sus
costumbres especiales.
no cumplen las leyes del rey
En el
libro de Daniel, en el capítulo sexto, podemos ver un ejemplo ilustrativo
cuando, después de que el rey Darío hubiera nombrado a Daniel su primer
ministro, los otros ministros intentaron eliminarlo, sin encontrar ninguna
excusa para hacerlo. Entonces se inventaron una: instaron al rey para que
promulgara un decreto que fuera en contra de las leyes judías para que Daniel
lo transgrediera y luego pudieran acusar a Daniel de haber transgredido las
leyes del rey.
Daniel
5:1-13
1 Pareció bien delante de Darío
constituir sobre el reino ciento veinte gobernadores, que estuviesen en todo el
reino. 2 Y sobre ellos tres ministros, de los cuales Daniel era el
primero, a quienes estos gobernadores diesen cuenta, para que el rey no tuviese
molestia. 3 Entonces el mismo Daniel era superior a estos
gobernadores y ministros, porque había en él más abundancia de Espíritu: y el
rey pensaba ponerlo sobre todo el reino. 4 Entonces los ministros y
gobernadores buscaban excusas contra Daniel en temas del reino; mas no podían
hallar alguna excusa o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue
en él hallado. 5 Entonces estos varones dijeron: Nunca hallaremos
contra este Daniel excusa alguna, si no la hallamos contra él en la ley de su
Dios.
6 Entonces estos gobernadores y ministros
se juntaron delante del rey, y le dijeron así: rey Darío, para siempre vive: 7
Todos los ministros del reino, magistrados, gobernadores, grandes y capitanes,
han acordado por consejo, promulgar un edicto real, y confirmarlo: Que
cualquiera que demandare petición de cualquier dios u hombre por espacio de
treinta días, sino de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8
Ahora, oh rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no se pueda
mudar, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta. 9
Por esta causa el rey Darío firmó la escritura y el edicto.
10 Y Daniel, cuando supo que la
escritura estaba firmada, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su
cenadero que estaban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y
oraba, y confesaba delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11
Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando
delante de su Dios. 12 Fueron luego, y hablaron delante del rey
acerca del edicto real: ¿No confirmaste edicto que cualquiera que pidiere a
cualquier dios u hombre por espacio de treinta días, sino a ti, oh rey, fuese
echado en el foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a
la ley de Media y de Persia, que no se quebranta. 13 Entonces
respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de la
cautividad de los judíos, no ha hecho cuenta de ti, oh rey, ni del edicto que
confirmaste; ya que tres veces al día hace su petición.
En
nuestra época también se dictan leyes y se votan en los parlamentos europeos en
contra de la ‘shejitá’ (=la degollación según el rito judío), contra la
circuncisión, boicotean productos y científicos israelíes, con excusas de
higiene, etc., pero cuando su verdadero móvil es el antisemitismo: para que los
judíos se vean ante el dilema de trasgredir las leyes de la Torá o las del
estado.
La provocación de Mordejay
La ley
dictada por Hamán es un ejemplo de ley antijudía. Todos deben postrarse ante
él, y Mordejay dice que no puede hacerlo por ser judío.
Me
extraña: la Torá dice que Yaacov se postró siete veces ante Esau. Y en varios
lugares nos indican que la gente se postraba ante los reyes o los ministros.
¿Qué problema hay en postrase ante Hamán?
Los
Sabios dicen que Hamán tenía un ídolo colgado al cuello y quería que todos se
postraran ante este ídolo, y esto no era aceptable a ojos de Mordejay. Las
preguntas deberían ser: ¿qué interés puede tener Hamán para que todos se
postren ante su ídolo? Y ¿qué hacían el resto de los judíos, se postraban o no?
Tal vez pudieran esconderse, evitando estar en los lugares que tuvieran que
postrarse ante Hamán.
En
cambio Mordejay, da la impresión de estar provocando o desafiando al primer
ministro Hamán. Si no está suficientemente claro en la Meguilá, vienen los
Sabios y dicen que Mordejay se plantaba en los lugares por los que debía pasar
Hamán para que éste viera que Mordejay no se postraba ante él.
Este
comportamiento ponía en peligro a todo el pueblo, por los motivos de mutua
responsabilidad que ya hemos visto. Seguramente Mordejay era plenamente
consciente de lo que hacía, y los Sabios en sus comentarios así lo dicen, que
los otros judíos de la ciudad se quejaban diciéndole que con su comportamiento
ponía en peligro a toda la comunidad.
Los
Sabios del Talmud adjudican a Mordejay el nombre de “ciprés” (brosh, en
hebreo), basándose en el versículo de Yesha’yá 55:13 que dice: “En lugar del
espino crecerá el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto; y esto será
para gloria del SEÑOR, para señal eterna que nunca será borrada.” El espino es Hamán y el ciprés es Mordejay;
la ortiga es la Reina Vashtí que fue destituida y el mirto es Ester, cuyo
nombre judío era precisamente Hadasá, que significa ‘mirto’.
El
ciprés aguanta el vendaval sin inmutarse, sigue erguido sin inclinarse.
La
verdad es que la intención de Hamán, como la de cualquier otro antisemita, es
la de humillar a los judíos. Y la reacción del judío de la diáspora es aceptar
la humillación para evitar que el asunto empeore.
Pero
Mordejay no puede soportarlo. La única reacción posible para él es la de
levantar la cabeza y no inclinarse ante el malvado. La vida espiritual, la
mismísima existencia espiritual, tiene más importancia que la física, y cuando
te ponen el dilema y debes elegir entre la vida física y la espiritual, la
respuesta debe ser clara.
Es una
respuesta muy difícil y tal vez mucha gente no se cree capaz de darla, por lo
menos en teoría, aunque luego en la práctica puede ser que lleguen. Esta
respuesta es la que hizo que los judíos prefirieran ir a la hoguera en lugar de
renunciar a su vida espiritual, lo que les dejó encerrados en las mazmorras
mientras los inquisidores les instaban a que pronunciaran una sola palabra de
arrepentimiento, de perdón o de aceptación.
Podríamos
resumir diciendo que somos responsables de nuestros actos ante el Creador y
también ante el resto del Pueblo, ya que cada uno de nosotros es un
representante del Pueblo.
En segundo
lugar, que debemos fomentar la libertad de expresión y apreciar las diferencias
entre nosotros, mientras sean dentro del margen correcto, que nos dan toda la
gama del arco iris.
En tercer
lugar, saber integrarnos en la sociedad que nos rodea sin dejar por ello de
cumplir con nuestros deberes particulares como judíos.
Y por
último, debemos conocer la escalera de valores y saber colocar en su lugar
adecuado la raya roja que no podremos pasar por mucho que nos opriman y por
mucho que nos cueste.