Se ha
puesto muy de moda en las últimas décadas el estudio de la Mística Judía. No
significa que sea un tema moderno, inventado hace poco, sino que actualmente
está al alcance de cualquier persona, tanto por medio de cursos internéticos como
por medio de libros que están escritos en un lenguaje que cualquier persona
puede comprender.
En
primer lugar deberíamos intentar comprender qué es exactamente la mística
judía.
La
palabra en sí “mística”, significa que nos ocupamos de algo ‘misterioso’ o
‘escondido’, algo que no está al alcance de la gente que no esté preparada para
ello.
Los
Sabios de Israel, en una Mishná del Tratado de Meguilá, está prohibido enseñar
temas determinados en público, ni siquiera en un grupo pequeño, sino de maestro
a alumno. E incluso así, no se puede explicar el tema, sino únicamente
presentar la lista de los temas, los titulares, y si el alumno está
adecuadamente preparado, ya lo entenderá por sí mismo; y si no lo entiende,
significa que no está correctamente preparado para ello.
Para
evitar que los textos sagrados cayeran en manos inadecuadas, la mayoría de las
nociones fueron ‘escondidas’ dentro de parábolas o ejemplos muchas veces
extraños e ilógicos. Así, quienes los leyeran sin estar preparados, se lo
tomarían como leyendas sin sentido y no alcanzarían su verdadero sentido. De
esta forma hay muchos textos en el Talmud, repartidos entre todos sus
diferentes Tratados, o en los Midrashim, o sea, la exégesis bíblica, que
transmiten estos conocimientos místicos disfrazados como leyendas o anécdotas,
sentencias o máximas, que nos pueden parecer muy extrañas y carentes de
sentido.
Además,
las explicaciones que dieron los Sabios más tardíos sobre aquellos textos
crípticos, son casi siempre tan raros o parciales como el original, y muchas
veces da la impresión de que la explicación lo complica más. Añadamos a lo
antedicho que la mayoría de las explicaciones fueron escritas con abreviaturas
y acrósticos que dificultan su lectura y entendimiento.
En la
Edad Media apareció un nuevo texto que era desconocido como tal hasta entonces:
el zóhar. Según la tradición judía, se trata de las enseñanzas de un Sabio de
finales del siglo primero y principios del segundo, llamado rabí Shimón bar
Yojay, que fueron trasmitidas oralmente de maestro a alumno hasta que fueron
puestas por escrito en España en el siglo trece.
En este
libro aparecen por escrito unas enseñanzas sobre la Creación del Mundo, el modo
en que el Creador lo sigue guiando hasta el día de hoy y de qué forma llevará a
cabo la Redención. La Creación fue llevada a cabo de una forma evolutiva, de
nivel a nivel, compaginando la base de bondad con la necesidad de la justicia,
hasta llegar al Mundo que conocemos. Estos mismos niveles, llamados ‘esferas’ o
‘sfirot’, sirven para trasmitir las bendiciones del Creador hacia nosotros y
para que nosotros aportemos nuestros esfuerzos para mejorar y completar la obra
de la Creación.
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