miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Qué quería Mordejay?



La fiesta de Purim

introducción

La fiesta es la conmemoración de un acontecimiento en la capital del imperio persa, cuando el rey había decretado el exterminio del pueblo judío y gracias a unas intrigas de la corte, se consiguió un permiso y los judíos pudieron defenderse y se salvaron del exterminio.
Pero debemos fijarnos en el acto que, según la Meguilá, fue el causante de este decreto. En el capítulo tercero nos cuenta que el primer ministro recién nombrado del gobierno, Hamán, recibió un permiso especial por el que se obligaba a todos los que se cruzaran por su camino a postrarse ante él. Uno de los miembros del Tribunal Supremo del imperio, llamado Mordejay (= Mardoqueo) al parecer se negaba a postrarse ante él, y sabiendo el primer ministro que se trataba de un judío, decidió pedir permiso para decretar el exterminio de todos los judíos del imperio persa.

antisemitismo

Ante todo, podemos apreciar que la reacción del primer ministro Hamán es completamente antisemita. No se contenta con matar al que le ha ofendido, sino que proyecta la transgresión a todo el pueblo. En realidad, nos está diciendo lo que ya sabemos por experiencia, que todos los judíos somos mutuos responsables. Cada judío es el representante de todo el Pueblo de Israel ante el resto de las naciones. Esto también se da con otras nacionalidades, pero los judíos siempre reciben una atención especial.

kidush haShem

El comportamiento de un judío ante un público de gentiles puede causar la santificación del Nombre del Creador (kidush haShem), cuando da buena impresión por su comportamiento impecable, afable o empático, o al contrario, la profanación del Nombre del Creador (jilul haShem) cuando da un mal ejemplo.
Los antisemitas recalcan los estrechos lazos nacionales que nos unen, fijándose por supuesto en los aspectos negativos del representante que adjudican, con o sin razón, al resto del pueblo.
La Meguilá nos aporta el punto de vista de Hamán cuando éste se presenta ante el rey para pedir el permiso para decretar el exterminio del pueblo judío. Sus razones son las siguientes (Ester 3:8-9):
8 Y dijo Hamán al rey Ajashverosh (Asuero): Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus costumbres son diferentes de las de todo otro pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos. 9 Si place al rey, escríbase que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.

Pueblo esparcido y dividido

En primer lugar: un pueblo esparcido y dividido. Podemos ver que ya en aquella época, el pueblo de Israel estaba esparcido por doquier, no había ciudad en que no hubiera un barrio judío. Pero también vemos que ya estaban divididos entre ellos: no eran ashkenazitas y sefarditas, pero debían haber ya entonces grandes diferencias entre unos y otros.
Yo creo que estas diferencias son positivas, ya que demuestran que no somos un pueblo monolítico en que todos los habitantes son clones de un patrón estereotípico. En pueblo judío fomenta la libertad de expresión incluso cuando hay pautas claras de comportamiento. Pero para los que nos contemplan, puede darles la impresión de ser un pueblo completamente disgregado, peleados los unos con los otros y no son capaces de apreciar los colores del arcoíris.

Un Pueblo raro

“Y sus costumbres son diferentes”. Son un pueblo raro: tienen un aspecto diferente, se visten diferente, hablan diferente, tienen unas fiestas raras, unas nociones completamente diferentes de las que tienen los otros pueblos.
El “bicho raro” siempre tiene problemas. Nosotros tenemos la obligación de respetar y amar a los extranjeros, el extranjero tiene un estatus favorecido entre nosotros, apoyado por 36 órdenes expresas en la Torá que nos obligan a tratarlo a cuerpo de rey, tanto si quiere incorporarse como ‘neófito’ a nuestro Pueblo y religión (guer tsédec), como si solo quiere vivir entre nosotros (guer toshav).
Por supuesto que esta ha sido siempre una de las grandes excusas de los antisemitas para justificar el odio a los judíos: son unos bichos raros.
Muchos otros pueblos han emigrado de un lugar a otro, mezclándose con los lugareños. Algunos no intentan mezclarse y se mantienen aparte. El pueblo judío intenta siempre hacer ambas cosas: integrarse en la sociedad en que vive, sin dejar de conservar sus costumbres especiales.

no cumplen las leyes del rey

En el libro de Daniel, en el capítulo sexto, podemos ver un ejemplo ilustrativo cuando, después de que el rey Darío hubiera nombrado a Daniel su primer ministro, los otros ministros intentaron eliminarlo, sin encontrar ninguna excusa para hacerlo. Entonces se inventaron una: instaron al rey para que promulgara un decreto que fuera en contra de las leyes judías para que Daniel lo transgrediera y luego pudieran acusar a Daniel de haber transgredido las leyes del rey.
Daniel 5:1-13
1 Pareció bien delante de Darío constituir sobre el reino ciento veinte gobernadores, que estuviesen en todo el reino. 2 Y sobre ellos tres ministros, de los cuales Daniel era el primero, a quienes estos gobernadores diesen cuenta, para que el rey no tuviese molestia. 3 Entonces el mismo Daniel era superior a estos gobernadores y ministros, porque había en él más abundancia de Espíritu: y el rey pensaba ponerlo sobre todo el reino. 4 Entonces los ministros y gobernadores buscaban excusas contra Daniel en temas del reino; mas no podían hallar alguna excusa o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue en él hallado. 5 Entonces estos varones dijeron: Nunca hallaremos contra este Daniel excusa alguna, si no la hallamos contra él en la ley de su Dios.
6 Entonces estos gobernadores y ministros se juntaron delante del rey, y le dijeron así: rey Darío, para siempre vive: 7 Todos los ministros del reino, magistrados, gobernadores, grandes y capitanes, han acordado por consejo, promulgar un edicto real, y confirmarlo: Que cualquiera que demandare petición de cualquier dios u hombre por espacio de treinta días, sino de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora, oh rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no se pueda mudar, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta. 9 Por esta causa el rey Darío firmó la escritura y el edicto.
10 Y Daniel, cuando supo que la escritura estaba firmada, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cenadero que estaban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba, y confesaba delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando delante de su Dios. 12 Fueron luego, y hablaron delante del rey acerca del edicto real: ¿No confirmaste edicto que cualquiera que pidiere a cualquier dios u hombre por espacio de treinta días, sino a ti, oh rey, fuese echado en el foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta. 13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de la cautividad de los judíos, no ha hecho cuenta de ti, oh rey, ni del edicto que confirmaste; ya que tres veces al día hace su petición.
En nuestra época también se dictan leyes y se votan en los parlamentos europeos en contra de la ‘shejitá’ (=la degollación según el rito judío), contra la circuncisión, boicotean productos y científicos israelíes, con excusas de higiene, etc., pero cuando su verdadero móvil es el antisemitismo: para que los judíos se vean ante el dilema de trasgredir las leyes de la Torá o las del estado.

La provocación de Mordejay

La ley dictada por Hamán es un ejemplo de ley antijudía. Todos deben postrarse ante él, y Mordejay dice que no puede hacerlo por ser judío.
Me extraña: la Torá dice que Yaacov se postró siete veces ante Esau. Y en varios lugares nos indican que la gente se postraba ante los reyes o los ministros. ¿Qué problema hay en postrase ante Hamán?
Los Sabios dicen que Hamán tenía un ídolo colgado al cuello y quería que todos se postraran ante este ídolo, y esto no era aceptable a ojos de Mordejay. Las preguntas deberían ser: ¿qué interés puede tener Hamán para que todos se postren ante su ídolo? Y ¿qué hacían el resto de los judíos, se postraban o no? Tal vez pudieran esconderse, evitando estar en los lugares que tuvieran que postrarse ante Hamán.
En cambio Mordejay, da la impresión de estar provocando o desafiando al primer ministro Hamán. Si no está suficientemente claro en la Meguilá, vienen los Sabios y dicen que Mordejay se plantaba en los lugares por los que debía pasar Hamán para que éste viera que Mordejay no se postraba ante él.
Este comportamiento ponía en peligro a todo el pueblo, por los motivos de mutua responsabilidad que ya hemos visto. Seguramente Mordejay era plenamente consciente de lo que hacía, y los Sabios en sus comentarios así lo dicen, que los otros judíos de la ciudad se quejaban diciéndole que con su comportamiento ponía en peligro a toda la comunidad.
Los Sabios del Talmud adjudican a Mordejay el nombre de “ciprés” (brosh, en hebreo), basándose en el versículo de Yesha’yá 55:13 que dice: “En lugar del espino crecerá el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto; y esto será para gloria del SEÑOR, para señal eterna que nunca será borrada.”  El espino es Hamán y el ciprés es Mordejay; la ortiga es la Reina Vashtí que fue destituida y el mirto es Ester, cuyo nombre judío era precisamente Hadasá, que significa ‘mirto’.
El ciprés aguanta el vendaval sin inmutarse, sigue erguido sin inclinarse.
La verdad es que la intención de Hamán, como la de cualquier otro antisemita, es la de humillar a los judíos. Y la reacción del judío de la diáspora es aceptar la humillación para evitar que el asunto empeore.
Pero Mordejay no puede soportarlo. La única reacción posible para él es la de levantar la cabeza y no inclinarse ante el malvado. La vida espiritual, la mismísima existencia espiritual, tiene más importancia que la física, y cuando te ponen el dilema y debes elegir entre la vida física y la espiritual, la respuesta debe ser clara.
Es una respuesta muy difícil y tal vez mucha gente no se cree capaz de darla, por lo menos en teoría, aunque luego en la práctica puede ser que lleguen. Esta respuesta es la que hizo que los judíos prefirieran ir a la hoguera en lugar de renunciar a su vida espiritual, lo que les dejó encerrados en las mazmorras mientras los inquisidores les instaban a que pronunciaran una sola palabra de arrepentimiento, de perdón o de aceptación.
Podríamos resumir diciendo que somos responsables de nuestros actos ante el Creador y también ante el resto del Pueblo, ya que cada uno de nosotros es un representante del Pueblo.
En segundo lugar, que debemos fomentar la libertad de expresión y apreciar las diferencias entre nosotros, mientras sean dentro del margen correcto, que nos dan toda la gama del arco iris.
En tercer lugar, saber integrarnos en la sociedad que nos rodea sin dejar por ello de cumplir con nuestros deberes particulares como judíos.
Y por último, debemos conocer la escalera de valores y saber colocar en su lugar adecuado la raya roja que no podremos pasar por mucho que nos opriman y por mucho que nos cueste. 

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