jueves, 3 de noviembre de 2016

El Sol Radiante


Comentario a la parashá de Nóaj

El Fin del Mundo

Están de moda las películas y los libros que tratan de un terrible episodio, tanto si es bélico como si trata de un gigantesco desastre climático o sideral, que lleva a un inesperado fin del mundo. Unos pocos supervivientes se enfrentan con una penosa reconstrucción del mundo, lo más parecido al anterior que conocían. En algunas películas se sirven de los adelantos científicos y en otras versiones regresan a la ‘prehistoria’.
De todos modos, se trata siempre de intentar confrontar la imaginación con una crisis terrible en que desaparece todo lo conocido y el hombre debe aprender de nuevo los rudimentos más esenciales para poder sobrevivir. E intentar construir una sociedad más humana, más ética, más amable.

El Caos

El desastre del Diluvio, y más tarde el de la Torre de Babel, son borrones de la Humanidad ante un potencial mucho mejor, que deben aprender a poner en marcha. La Humanidad puede hacerlo mucho mejor de lo que hacía, solo necesita aprender el código natural que rige el mundo, no solo para no causar daños innecesarios, sino para sacarle el provecho de un modo adecuado.
Según nuestros Sabios, el Diluvio estaba en plena etapa del Caos, una era oscura en la que el hombre desconoce el significado del código natural, o desconoce incuso que haya un código, sino que cree que todo funciona accidentalmente, por puro capricho.
Dentro del Arca una familia se salva, la familia destinada a reconstruir el mundo. Es lo mejor de la especie humana, aunque ni de lejos lo mejor que podría haber habido. Si Nóaj (Noé) hubiera vivido en tiempos de Avraham, hubiera quedado relegado a niveles muy por debajo del de nuestro Patriarca. Dentro la familia de Nóaj hay gran potencial, pero también hay una ‘oveja negra’, Jam (Cam) padre de Cná’an. Jam es un inconformista, el peor sentido de la palabra, que rechaza las directrices divinas, no por considerarlas incorrectas, sino por no querer seguir pautas impuestas. Quiere demostrar a todos, y a sí mismo, que es libre de obrar como le dé la gana. Prefiere un mundo caótico e ir probando las posibilidades más descabelladas sin sentir remordimientos.

Directrices naturales y sobrenaturales

En realidad, los Sabios enfocan su rebeldía en los temas sexuales, al participar en un atentado contra su padre Nóaj. Unos opinan que Jam y su hijo Cná’an violaron a Nóaj cuando estaba borracho y otros opinan que lo castraron para que no tuviera más hijos. De todos modos se trataba de una rebeldía contra la directriz natural, con la diferencia que ahora ya sabe que está atentando contra la naturaleza.
Esta es, como hemos dicho, la directriz natural. Pero hay también un criterio sobrenatural, aún desconocido para ellos.
Debemos reconocer que el Hombre está por encima del resto de la naturaleza. Posee unas cualidades especiales, en su propia naturaleza, que lo señalan como especial: en su sistema nervioso, en su cerebro, en el funcionamiento de sus órganos físicos. Todo indica que la naturaleza le brinda un papel especial, una misión sobrenatural, que podríamos llamar ‘divina’, marcada por todas estas dotes que la naturaleza le otorga, aparte del alma trascendental que no tienen el resto de las criaturas.

la Historia

El caso es que la mayoría de los miembros de esta Humanidad no están dispuestos a aceptar este cometido divino y quieren ‘solidarizarse’ con el resto de la naturaleza en un funcionamiento rutinario desvinculado de responsabilidades extraordinarias.
Por ello nos maravillamos al encontrarnos al final de la parashá emerge la figura de Avram, el futuro Patriarca Avraham, como un sol radiante, como dice el profeta Yesha’yá (Isaías 41:2). Un hombre; el único, de momento, que merece el nombre de Hombre por el simple hecho de aceptar esta misión especial que la naturaleza le brinda, haciendo uso correcto de su alma y de su cuerpo. Un hombre que pone en funcionamiento todas sus capacidades para intentar mejorar el mundo en que vive. Y nosotros somos sus hijos, fieles y tenaces seguidores de su camino, como indica el mismo profeta en el mismo capítulo.

Aquí comienza la verdadera Historia, ya que, según nuestros Sabios, todo lo que antecede a Avraham no puede de ningún modo entenderse al pie de la letra, sino que forma parte del llamado “Ma’asé Breshit” – Acto de la Creación, una ciencia esotérica a la que se llega después de largos estudios de la Torá, sin posibles atajos. Y lo que vamos aportando son resúmenes simplificados de lo poco que nos destaparon los Sabios.

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