miércoles, 7 de marzo de 2012

el grito del pobre


Bondad y limosna


Al final de los Tiempos


Al final de la Época Mesiánica habrá gran abundancia en el Mundo, como dice Maimónides al final de su obra Yad HaJazacá (Hiljot Mlajim uMiljamotehem 12:5): “en aquella época no habrá hambruna ni guerras, ni envidias ni competición, ya que los bienes serán muy abundantes y todas las delicias copiosas como el polvo de la tierra”. En aquellos tiempos se cumplirá la profecía de que “no habrán pobres entre vosotros” (Deut. 15:4); no habrán pobres que necesiten limosnas y a nadie le faltará nada.

Pero esto despierta una gran pregunta: uno de los mandamientos más importantes es el de la limosna. Es un mandamiento clave y básico en la Torá hasta el punto de considerarse la Bondad (Gmilut Jasadim גמילות חסדים) uno de los Pilares sobre los que el Mundo se asienta. ¿Cómo cumpliremos este mandamiento cuando no haya a quién dar limosna ya que habrá abundancia de todo?


¿Por qué hay pobres?


La pregunta se acentúa cuando buscamos el motivo de la existencia de diferencias sociales entre pobres y ricos. El Midrash (Tanjuma, Mishpatim 9) dice que “le dijo el rey David al Creador: ‘asienta Tu mundo con igualdad, los ricos y los pobres’, o sea que le pedía que aboliera las diferencias económicas y sociales e instalara un mundo de igualdad, y preguntaba por qué debe haber pobres en él. Y el Creador le contesta: ‘entonces, ¿quién guardará la bondad y la verdad? (Salmos 61:8). La existencia de ricos y pobres está destinada a permitir que haya limosna y bondad. Y por lo tanto, y volviendo a nuestra pregunta, ¿cómo se cumplirá en tiempos mesiánicos?

La respuesta es que la puesta en práctica de la bondad no implica que deba haber pobres. Los Sabios dicen que la Bondad (Gmilut Jasadim) es mayor que la limosna, ya que, entre otras cosas, la limosna es solo para las pobres, mientras que la Bondad es tanto para unos como para otros. Un rico también se beneficia al recibir un préstamo para realizar una compra, y por tanto un judío puede practicar también con él la virtud de la Bondad.

Por lo tanto, podrá seguir cumpliéndose esta virtud también en tiempos mesiánicos. Efectivamente no habrá pobres a quien dar limosna ya que habrá gran abundancia de bienes y “no habrán pobres entre vosotros” pero aun se podrá practicar la Bondad. Todos serán ricos y no les faltará nada, ya que cuando algo le falta a alguien, por muy rico que sea, se le considera ‘pobre’ en este tema, y aun así podrán ayudarse mutuamente para cumplir con el Pilar de la Bondad.


El grito del pobre


Entendido esto se despierta de nuevo la pregunta del rey David: si la Bondad se puede practicar con los ricos, ¿cuál es la necesidad de que haya pobres?

Podemos encontrar dos respuestas:

La primera es que la Bondad que no viene a llenar unas necesidades no puede existir en nuestro Mundo antes de la venida del Mashíaj. Actualmente, cuando el bien y el mal están mezclados entre si, los hombres no practicarían la Bondad si no vieran a los necesitados que les piden limosna. Solo en tiempos mesiánicos, cuando el mundo se eleve a un nivel más alto, seremos capaces de practicar la Bondad aun sin necesidad.

La segunda respuesta dice que la necesidad de la Bondad aun no implica la existencia de los pobres. Así pues, ¿por qué debe haber pobres que justifiquen el cumplimiento de la Bondad?  Esta es la ‘oración del pobre’ (Salmo 142), el grito del pobre que se queja diciendo ‘¿por qué me ha tocado ser pobre?’. Pero aquí se juntan los caminos y las intenciones ocultas del Creador que deciden que tal persona sea rica y tal otra sea pobre. Solo en el Futuro, cuando se acabe la purificación y la perfección del Mundo, ya no habrá necesidad de que haya pobres y la virtud de la Bondad se cumplirá por si misma y no para rellenar las necesidades de los pobres.

De todos modos, en nuestras manos está mejorar el mundo de modo que desaparezcan los necesitados y nosotros mismos podemos repartir mejor los bienes de que disfrutamos y comprobar que mientras haya pobres se cumpla la obligación, personal de cada uno y general de la sociedad, de llenar todas sus necesidades. Que el pobre tenga menos motivos para gritar...



(adaptado del “Lomdim Gueulá” del Rav Menajem Brod, Sijat Hashavúa 1311)

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