lunes, 26 de marzo de 2012

Por qué no fue entregada la Torá en tiempos de los Patriarcas


Milagros y proezas

Dice Maimónides en Yesodéi Ha-Torá 8:3 que “si aparece un Profeta que hace grandes milagros y proezas, y propone abolir la Profecía de Moshé (Moisés), no debemos hacerle caso… ya que la profecía de Moshé no depende de los milagros para que podamos comparar unos milagros con otros, sino que nosotros también lo vimos con nuestros propios ojos”.

Al decir que “nosotros también lo vimos con nuestros propios ojos”, solo se refiere a la profecía de Moshé, la Apocalipsis (Αποκάλυψις = Revelación Divina en griego, o Hitgalut, הִתְגַּלּוּת en hebreo) del Monte Sinai, en la que fuimos testigos de que el Creador se ponía en contacto con nosotros y luego le trasmitía a Moshé el resto de los Mandamientos.

Mandamientos antiguos

Pero, ¿qué diremos de los mandamientos recibidos en tiempos de los Patriarcas, como la Circuncisión, en tiempos de Avraham, la prohibición de comer miembros de un animal vivo, que fue expresada a Nóaj (נֹחַ = Noé), o el tendón ciático que fue prohibido a los hijos de Yaacov?

Esto lo explica Maimónides en su comentario a la Mishná (Julín 7:6) que “todo lo que hoy hacemos, es por las instrucciones que le dio el Creador a Moshé, incluso la obligación de la Circuncisión, no es por haber sido instituida a los Hijos de Avraham sino porque el Creador nos lo ordenó por medio de Moshé, que circuncidemos a nuestros hijos en el octavo día, tal y como decimos, que todos los 613 Mandamientos fueron entregados a Moshé en el Monte del Sinai”.

Por lo tanto, si alguien viniera más tarde a anular o abolir los mandamientos recibidos en aquel momento en el que todos fuimos testigos o incluso protagonistas del encuentro entre el Creador y la Humanidad, aunque se apoye en milagros o prodigios, ya sabremos que no podemos fiarnos de él.

Por eso la Torá no fue entregada en tiempos de los Patriarcas, sino en tiempos de Moshé, cuando el Pueblo de Israel ya era numeroso y todos sus miembros fueron testigos visuales de la entrega de la Torá Divina por medio de Moshé.

El testigo no puede convertirse en juez

Esto se relaciona con una ley muy interesante que dice que “un testigo no puede convertirse en juez” (Rosh Hashaná 26a), o sea que si alguien ve algún acontecimiento con sus propios ojos, no puede juzgarlo, ya que el juzgado tiene la obligación de luchar a favor del acusado, mientras que el testigo no puede pasar por alto lo que ha visto con sus propios ojos.

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